La dieta FODMAP supone la retirada de un grupo de alimentos cabohidratos fermentables de cadena corta. Los encontramos sobretodo en cereales como el trigo, la cebada y el centeno. Al parecer, en la actualidad se está demostrando que su retirada puede hacer mejorar a pacientes con síndrome de intestino irritable en un porcentaje que oscila entre el 50 y el 80%, pero, al mismo tiempo, dado que están presentes en alimentos muy importantes, algunos de ellos fundamentales, la investigación cuestiona si su retirada es viable y sostenible en el tiempo sin riesgos para la salud. Resaltemos que hablamos de mejoría, nunca de curación.
Dejo el enlace a un vídeo muy reciente en el que expertos sobre el tema de la dieta FODMAP explican mucho mejor que yo el estado de la cuestión. Recomiendo su visionado porque presenta datos actuales y de gran valor. Los ponentes del vídeo son la Dra Silvia Delgado, miembro del Comité Científico de la Sociedad Catalana de Gastroenterología y del Comité Directivo de la Sociedad Española de Gastroenterología (España) como moderadora, y el Dr. Javier Molina, médico adjunto del Servicio del Aparato Digestivo en Hospital San Pedro de Alcántara (Cáceres, España) y coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades del Esófago, Estómago y Duodeno, Asociación Española de Gastroenterología; así como la Dra. Elena Verdú, profesora asociada de la McMaster University (Toronto, Canadá).
El origen del término de la dieta FODMAP proviene de las siglas de Fermentable, Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharides y Polyols. Desde el año 2005 se viene investigando su influencia en el aumento en la inflamación intestinal, el aumento de la presencia de líquido en los intestinos, el aumento de la presencia de gases como hidrógeno y metano y, en definitiva, el aumento de los componentes de la hinchazón abdominal. Estos datos se han verificado en todo el mundo.
La retirada de alimentos en una dieta FODMAP se suele hacer controlada por espacio de ocho semanas tras lo cual se analizan los beneficios de su supresión. Luego, bajo la supervisión siempre de profesionales especialistas, se van introduciendo los alimentos progresivamente. El problema es que los alimentos son complejos e incluyen muchas variables que pueden influir en el problema. Por otro lado, como en todos los trastornos funcionales, la presencia de factores psicológicos es importante. Además, si se contempla la influencia de la microbiota, entonces las variables se multiplican. Todo ello hace que lo que está reincorporándose con éxito, pueda resultar un falso negativo y termine en un paso atrás, todo ello sin tener claro qué alimento concreto es el que está volviendo a dar problemas.
El problema de la dieta FODMAP es que retira muchos de los alimentos considerados como elementales en una dieta mediterránea, que sí ha demostrado su eficacia en la prevención de problemas cardiovasculares e incluso algunos tipos de cáncer. Retirar estos alimentos de la dieta es muy arriesgado por las carencias que puede proporcionar.
Así, por ejemplo, con oligosacáridos encontramos alimentos como los garbanzos o las lentejas, los frutos secos como los anacardos o los pistachos, las endivias, los guisantes, la remolacha, alcachofa, puerros, cebollas y cebollinos, así como cereales como el trigo, el centeno o la cebada.
Los disacáridos están presentes en la leche, hoy en día en continuo proceso de revisión con razones más o menos sensatas. Encontramos también disacáridos en yogures o helados.
Los monosacáridos los encontramos en alimentos tan fundamentales como las frutas, o verduras como los espárragos y, también en otros menos fundamentales pero importantes como la miel.
Los polioles están presentes también sobre todo en las frutas, pero también en los chicles y golosinas incluso sin azúcar que comen nuestros chicos con normalidad.
Por lo tanto, parece que el precio de mejorar a estos pacientes retirando estos alimentos con una dieta FODMAP, algunos de ellos fundamentales, es muy alto, máxime cuando no se puede mantener su retirada en el tiempo por lo importantes que son.
Las enfermedades intestinales como el intestino irritable continúan constituyendo un reto para la investigación. Internet no es precisamente un aliado ejemplar por la desinformación que proporciona. El problema puede ser mucho más complejo de lo imaginado si dejamos de observar al intestino como un mecanismo hidráulico de absorción y empezamos a entenderlo como un ecosistema en el que habita una microbiota diversa y compleja que genera sus propios motabolitos y que influye y determina todo lo que pasa en el intestino.
El concepto de dieta FODMAP, pues, es una buena contribución a arrojar luz sobre el problema de las enfermedades como el intestino irritable, pero hoy por hoy precisa de más avances en la investigación para poder derivar consejos claros a la población.