Cuerpo

Masaje de fuego

El masaje de fuego es una forma de tratamiento corporal espectacular en la que se emplea fuego real con el paciente cómodamente situado en la camilla y envuelto en toallas a las que se les prende fuego. Como suena.

Da la impresión de ser algo terrible, y aparentemente lo es, pero las personas que lo han experimentado comentan que el efecto es muy especial y que no se experimenta más calor que el que se obtiene de una manta eléctrica.

El vídeo anterior es egipcio, pero este tipo de terapias tienen su origen en la cultura tibetana, que las ha utilizado durante miles de años en su medicina tradicional como tratamiento terapéutico o profiláctico.

En el caso del procedimiento tibetano se emplea la aplicación tópica de un producto a base de hierbas que varía dependiendo de la enfermedad que se esté tratando. El producto se aplica sobre el área a tratar y después se cubre con una toalla que se rocía con alcohol para prenderle fuego hasta que el terapeuta sofoca la llama con otra toalla. El efecto vasodilatador producido por el calor acelera la circulación sanguínea local que absorbe con rapidez el principio activo aplicado.

Los defensores de este tipo de terapias afirman que los usos de esta variante tibetana están relacionados con el tratamiento de discopatías, osteoporosis, neuralgias, disfunciones renales y pulmonares, problemas digestivos y pancreáticos e, incluso, la artrosis y tumoraciones benignas. No existen estudios científicos centrados en este tipo de técnicas.

El fuego es un elemento fascinante que sólo con mirarlo ya nos impresiona y que a nadie deja indiferente. En el caso de este masaje, el efecto espectáculo ocupa un lugar importantísimo en su fundamento. Este vídeo del masaje de fuego de Marbella Kimper de Perú no deja lugar a dudas.

¿Quién no ha estado en un restaurante y ha parado de comer al ver al camarero sacar una pieza de carne o de fruta envuelta en llamas para crear un poco de espectáculo y de imagen de cara al resto de comensales?

Imaginemos, pues, lo impresionante que debe ser si lo que se envuelve en llamas es una persona desnuda envuelta en toallas y a expensas de un experto en masajes de una determinada sabiduría, como no, oriental.

El masaje de fuego en sí es poco diferente a un masaje profundo relajante en el que se trata de forma vigorosa la musculatura para prepararla para un regalo final basado en el fuego.

Cuando ha terminado propiamente el masaje se envuelve bien al cliente con varias toallas con objeto de que las llamas no alcancen su epidermis. Luego se le rocía con líquido inflamable y se le prende literalmente fuego.

El fuego se mantiene el tiempo justo hasta que las sábanas empiezan a coger temperatura, momento en el que se sofoca el fuego con otra toalla y se deja que penetre el calor hasta el cuerpo del cliente.

En realidad, si el masaje se da en la espalda el efecto espectáculo es para el acompañante, porque el cliente se entera de poco, que apenas siente el calor en lo profundo de su piel, pero no percibe la hoguera que se está organizando en su espalda.

También se emplea en otras partes del cuerpo, como piernas, brazos e, incluso, en la cabeza, en cuyo caso el riesgo es mayor y el efecto aumenta porque se siente y se escucha el crepitar de las llamas cerca del oído. Algo impresionante.


El tiempo de aplicación del masaje de fuego es corto, de apenas unos 20 minutos o media hora como mucho, tiempo suficiente para relajarse con el calor intenso que penetra a través de las toallas estratégicamente colocadas.

Después, para terminar, se frota con un ligero aceite, incluso con crema con efecto calor y, según variedades, se envuelve el cuerpo con un material impermeable de modo que se retiene el calor durante unos instantes espectaculares.

En cuanto a sus efectos y aplicaciones, realmente la investigación lo ha estudiado poco, como es de imaginar. De todos modos, si atendemos a sus practicantes, le podemos atribuir todo tipo de beneficios y parabienes. Incluso hay trabajos que hablan de su “inmenso poder curativo” que soluciona todo tipo de enfermedades. Incluso las del pene ¿? Prefiero no imaginar el proceso.

El listado de aplicaciones que apuntan sus defensores es enorme: Indigestión, hipoxia, la melancolía, el dolor causado por el estrés y la tensión, el insomnio, la ansiedad, el miedo, ataques de pánico, la distensión del estómago, vértigo, hernia de hiato, tumores benignos, dolores en las articulaciones, la artritis, la deformación ósea, inflamación de las articulaciones, fiebre, el síndrome post-menopausia y neuropatías. Casi nada.

En fin. Si los masajes en el agua eran espectaculares desde el punto de vista sensitivo, el masaje de fuego también es impresionante desde el punto de vista visual, por la evidente componente de espectáculo que supone.

El poder del calor es el que es y sus beneficios son bien conocidos. Si a ello le añadimos la componente visual y el ingrediente exótico, está claro que no dejará indiferente a nadie. No obstante, al margen de la parafernalia teórica que queramos inventarle, la prudencia obliga a plantearse su conveniencia y su sentido real.

De todos modos, y por si alguien tiene alguna duda acerca de lo “placentero” de la experiencia con el masaje de fuego, es importante no dejar de ver el siguiente vídeo. Las imágenes lo dicen todo.

Esta es una de esas cosas que, evidentemente, nadie debería probar en casa. Mejor que un masaje de fuego te recomiendo que pruebes los masajes en el agua. Creo que los disfrutarás más. Aunque si te va lo exótico, entonces visita los masajes con cuchillos. No te dejarán indiferente.

Y tú, ¿te atreverías a probar el masaje de fuego?

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