El efecto placebo no deja de intrigar a la ciencia. El campo de las terapias manuales lo emplea más allá de lo imaginable. Es importante dedicar atención a este fenómeno para sacarle el máximo partido y para entenderlo de cara a aumentar nuestra efectividad como terapeutas. En un artículo anterior titulado el efecto placebo, 20 claves para su uso, ya estudiamos el modo de sacarle partido.
Durante las últimas décadas se ha dedicado mucha investigación a los efectos terapéuticos obtenidos tras la administración de substancias inertes, algo que entendemos como efecto placebo, y se le ha relacionado con diversos mecanismos endógenos que modulan e influyen sobre la percepción del dolor. Pero esa misma investigación ha detectado también otros factores de naturaleza mucho menos asequibles para la experimentación que se han demostrado determinantes para explicar los mecanismos por los que opera el efecto placebo, y en ellos nos vamos a centrar.
En el pasado se consideró al placebo como un engaño que se debía evitar, pero hoy en día esta visión ha cambiado. Como también han cambiado las explicaciones simplistas que lo reducen a un solo factor del tipo de “liberación de endorfinas”, o de mecanismos biologicistas, algo a lo que han contribuido las falsas ideas divulgadas por personas tan importantes y respetables como Eduard Punset en su programa Redes, y que aún confunden a la opinión pública con videos del programa que circulan por la red.
De forma completamente diferente, los procesos biológicos involucrados en el efecto placebo son muy numerosos, y diversas investigaciones se han centrado en descubrirlos. En el campo de las terapias manuales en general debemos esforzarnos por comprender estos mecanismos que muchas veces se potencian sin saberlo. Pero al mismo tiempo, los factores psicológicos son determinantes para explicar el fenómeno.
La investigación ha demostrado que cualquier cambio que se da en terapia se produce básicamente por tres factores:
- Por la propia capacidad reparadora del organismo que ante una enfermedad cualquiera recupera su equilibrio y, por lo tanto, la salud. Sería una vuelta regular al estado natural a pesar de las intervenciones bienintencionadas.
- Por la intervención de un principio activo indispensable para el cambio que influye cuando esta reversión no es posible por sí sola.
- Por el efecto interpersonal de la interacción entre sanitario y paciente, así como la creación de expectativas del profesional hacia el enfermo. Esta es nuestra idea principal.
Este tercer punto es muy importante, porque la investigación muchas veces estudia el modo diferente en que un tratamiento hace efecto de modo característico en diferentes personas, pero pocas veces se estudia la variación del mismo tratamiento en una persona. Esto es un error, porque el mero hecho de variar las expectativas de quien recibe el tratamiento influye en su efecto. Esto se ha demostrado ampliamente en el campo del dolor, así como en enfermedades tan complejas como la colitis ulcerosa.
Estudios recientes encuentran resultados que permiten afirmar que factores tan inaccesibles como la esperanza creada y el deseo de un cambio positivo, influyen mucho en los resultados que se obtienen de tratamientos experimentales manipulados para potenciar el efecto placebo.
La terapia manual no escapa a estas consideraciones, por lo que el contexto y la interacción que se produce en las intervenciones no deben desdeñarse a la hora de explicar los resultados. Entendiendo por terapias manuales las que emplean la manipulación espinal o la manipulación de tejidos blandos, tales como el masaje.
Reducir todos estos procesos a un engaño o a una explicación basada en argumentos de fraude es apartar la mirada de un potente mecanismo de curación que está al alcance de los clínicos y que, de hecho, lo emplean a diario mientras tratan a sus pacientes, de un modo consciente y deliberado o no.
Los mecanismos neurales que subyacen en la modulación del dolor endógeno están siendo desentrañados por investigaciones muy recientes que han podido identificar redes corticales implicadas en el procesamiento y en la modulación del la experiencia de dolor. Pero los mecanismos psicológicos que les influyen no se consideran en muchas investigaciones.
Los profesionales deben comprender que las terapias manuales son algo más que la resolución de patologías estructurales, por lo que muchos procedimientos y muchos resultados se basan en los mecanismos que pone en marcha el efecto placebo.
El masaje, en particular, se está fundamentando de un modo firme en la ciencia y la investigación pero en los últimos tiempos vemos cómo procedimientos que siempre se nos vendieron como necesarios y suficientes, no pasan la más ligera criba experimental, que los deshecha y demuestra su inutilidad y su ineficacia. Sin embargo, muchos de estos procedimientos “inútiles” obtienen resultados y resuelven casos, ¿por qué?
Muchos profesionales obsesionados con la fundamentación y la investigación leemos una y otra vez la misma conclusión en cientos de estudios: el ingrediente principal del tratamiento debe complementarse con el efecto de la relación terapéutica. La biología y la psicología van de la mano. Una vez más volvemos al engañoso dualismo cuerpo-mente.
Ningún tratamiento se produce de forma impersonal y neutra. Incluso en nuestras instituciones sanitarias recortadas de recursos. Lo que se dice, cómo se dice, cuándo se dice, ante quién se dice, el modo en que se argumenta, la visión que se tiene de quien lo dice, y factores similares, influyen en el tratamiento y en la misma química cerebral del cliente.
El manejo de las expectativas del cliente modula su respuesta al dolor y su implicación en el tratamiento, al tiempo que reduce la ansiedad, porque la percepción que tenga el paciente de su tratamiento será determinante para su adhesión y su efectividad. Este es el motivo, por ejemplo, de por qué determinados tratamientos “energéticos” no tienen ninguna influencia en los escépticos de este tipo de terapias, aunque las prueben por desesperación.
Nuestras terapias manuales del siglo XXI están muy fundamentadas en la experiencia y en la investigación, pero no toda la varianza del resultado terapéutico la explica el procedimiento ni la técnica. Entender esto es fundamental para empezar a modificar nuestro estilo de relación con nuestros clientes. Si nuestras palabras van a afectar a la fisiología de nuestros pacientes debemos ser conscientes, al menos, de qué estamos haciendo.
Este tema es muy importante y le dedicaré varios artículos. De momento, para saber más puedes consultar dos interesantes artículos que te recomiendo: el primero es de Fabrizio Benedetti, y habla del efecto placebo y la nueva fisiología de la relación médico paciente. El segundo, es de Charles W. Gay y de Mark D. Bishop, y habla de la investigación en la analgesia placebo.