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Migraña y alimentación vs alimentación y migraña

migraña y alimentación

La relación entre migraña y alimentación es importante en los dos sentidos, en tanto que la alimentación puede desencadenar ataques de migraña, pero la propia migraña predispone a determinados patrones alimenticios. Es una nueva perspectiva que se está explorando y que arroja nuevas luces sobre este problema tan común de salud.

La migraña es un tipo de dolor tan frecuente que casi se hace innecesaria su introducción. Cualquiera que la padece sabe hasta qué punto puede amargarle la vida.

Tradicionalmente la investigación se ha centrado mucho en todos aquellos factores de estilo de vida que la provocan o la potencian. Hablamos de aspectos como el estrés, el sueño o algunos alimentos que la pueden desencadenar.

Este artículo no analiza la típica lista de alimentos prohibidos para los migrañosos, sino que se adentra en el complicado juego de influencias entre la migraña y alimentación y viceversa.

Se empieza a demostrar que algunos de los mecanismos que favorecen la migraña son responsables de alteraciones en cuanto al patrón y la cantidad de la ingesta. Sería muy interesante tener claros estos factores predisponentes para las personas que padecen esta enfermedad.

¿Cómo afecta nuestra dieta a la migraña?

Hasta ahora diversos estudios han establecido relaciones claras de la migraña con el sueño, ciclos hormonales en la mujer, con el estrés, con la luz excesiva o con los olores fuertes. Así, se han detectado hasta 420 desencadenantes, siendo el estrés el principal de ellos.

De entre esos desencadenantes, los factores relacionados con la alimentación son muy importantes. Sabemos que la cafeína y el alcohol son importantes desencadenantes. En cambio, las dietas de eliminación, las bajas en grasas y la cetogénica presentan resultados muy positivos.

Las dietas de eliminación suponen la identificación de los desencadenantes de cara a diseñar dietas libres de estímulos negativos. Por ejemplo, sabemos que un exceso de carbohidratos y una escasez de triptófano puede resultar positivo si logramos evitar unos niveles altos de serotonina después de la ingesta. También se ha constatado que una reducción de grasas correlaciona positivamente con la reducción de ataques de migraña.

En concreto se sabe que dietas bajas en grasas, altas en fibra o veganas contribuyen a mejorar la migraña relacionada con el ciclo menstrual.

Obesidad y migraña

Se ha demostrado que la pérdida de peso es beneficiosa para la migraña, pero más que la pérdida de peso, lo realmente importante es la calidad de la dieta y el mantenimiento del peso saludable, de forma que habrá quien precisará perder peso, mientras que habrá quien experimentará mejoría ganándolo.

Al parecer, se sabe que mujeres de mediana edad con sobrepeso tienen un riesgo significativamente más alto de padecer migraña. No sabemos qué favorece qué, si la migraña a la obesidad, o al revés.

La relación establecida entre la migraña y sus mecanismos metabólicos se basa en que factores como el ayuno, hipoglucemia, la deshidratación, estrés, alcohol o la falta de sueño, que provocan  una reducción de la función mitocondrial. Con ello se altera la generación de ATP, el transporte celular de la glucosa y la oxidación de lípidos. Todo ello promueve la neuroinflamación y el aumento de la excitabilidad cortical.

También el nivel de energía cerebral bajo puede desencadenar una respuesta migrañosa, o un estrés oxidativo no compensado, lo que llamaría la atención sobre las dietas cetogénicas.

Estas dietas actúan de modo similar al ayuno, con cuerpos cetónicos elevados para proporcionar energía alternativa de cara a un déficit en el metabolismo de la glucosa que se da en algunas migrañas.

De hecho, se ha demostrado el efecto beneficioso de las dietas cetogénicas para combatir la migraña, lo cual no las hace aconsejables per se debido a las diversas complicaciones que conllevan.

También es cierto que un cambio en el estilo de vida que favorezca la pérdida de peso, la ejercitación con actividades saludables, el sueño correcto y la mejora del estado del ánimo, contribuye a la eliminación de los factores que favorecen los episodios de migraña.

Migraña y eje intestino cerebro. El papel de la microbiota

Se ha establecido una relación entre síndrome de intestino irritable y migraña, aunque no conocemos el mecanismo exacto de esta relación. Investigaciones recientes en migraña y alimentación se centran en la  microbiota, las interleucinas, las hormonas y la dieta.

Diversos estudios han encontrado en muestras fecales la presencia poco saludable de Clostridium en mujeres migrañosas. En estas mismas personas se detectó una función intestinal metabólica disminuida. Siendo esto así, podríamos suponer que son factibles los tratamientos que alteren la microbiota intestinal mediante probióticos.

Se ha relacionado también la presencia de migraña con la permeabilidad intestinal. La fuga de lipopolisacáridos a la sangre intestinal puede provocar una respuesta de inflamación. En estos pacientes un tratamiento con probióticos puede mejorar significativamente su situación.

La forma de monitorizar la composición de la microbiota puede ser tanto en cavidad oral, como en el propio intestino, dependiendo de la composición bacteriana que queramos investigar.

Variabilidad dietética y migraña

Aunque la evidencia es limitada, parece ser que un estilo de vida expuesto a pocos cambios es favorable a la migraña. Es de sobra conocido el consejo de llevar un sueño regular, horarios establecidos para comer y descansar, así como un ejercicio moderado pautado integrado como estilo de vida.

De todos modos, nuestra sociedad nos pone complicado el hecho de seguir estos patrones tan regulares, no obstante, es cierto que si se considera a la migraña como un trastorno cerebral de respuesta desadaptativa, entonces los pacientes con migraña se pueden beneficiar de un estilo de vida más regular y planificado. Ello implica regularidad también en sus ingestas y en la composición de las mismas.

Cómo afecta la migraña a la dieta

Diversos estudios, aunque con limitada evidencia, demuestran que la migraña puede influir en la elección de patrones de ingesta. Para ello se han estudiado variables como la calidad de la dieta, su composición concreta, el horario dietético y, por supuesto, la predilección y aversión a grupos de alimentos específicos, como la predilección por el chocolate, las carnes procesadas, los lácteos o el vino.

Se ha aventurado el hecho de que el hipotálamo se activa en la fase premonitoria de la migraña, lo cual se relaciona con las apetencias de determinados alimentos condicionada por el propio hipotálamo. Uno de los alimentos antojo es el chocolate, alimento que se ha relacionado con el desencadenante de la migraña. La hipótesis que estamos planteando es la inversa: que es el inicio de la migraña la que favorece la apetencia del chocolate. Hay que señalar que la relevancia del chocolate como desencadenante de la migraña todavía está por demostrar.

También se han propuesto explicaciones basadas en los niveles de neurotransmisores, hormonas y adipocitocinas. En los migrañosos hallaríamos patrones diferentes de estos elementos. Así, la orexina A se eleva en la fase de dolor, mientras que la serotonina baja en la fase interictal.

Se ha informado de una mayor resistencia a la insulina y adipocitocinas elevadas como la leptina (hormona de la saciedad) en migrañosos.

Otros estudios han demostrado que la elección regular de la hora de comer, el sueño regular y el ejercicio diario se dan con menor frecuencia entre los migrañosos crónicos en comparación con los episódicos. No sabemos si hay factores genéticos o epigenéticos localizables que justifiquen estas elecciones.

En conclusión, sigue abierta la discusión de qué fue primero, la gallina o el huevo. No sabemos si la migraña afecta a las elecciones dietéticas o, al contrario, es lo que comemos lo que nos desencadena o agrava nuestra enfermedad migrañosa. Migraña y alimentación siguen siendo una pareja clave, pero en los dos sentidos.

Conclusiones finales sobre migraña y alimentación

Aunque hace años que se vienen identificando determinados alimentos como desencadenantes de la migraña, no está claro que afecten a todos los migrañosos por igual. Ello impide diseñar la dieta para la migraña.

Lo que sí está claro es que unas recomendaciones de cambio de estilo de vida orientadas hacia la regularidad, con higiene de sueño, manejo de estrés, ejercicio y sin tabaco, siempre ofrecen resultados positivos. Todas estas opciones alternativas a la farmacología pura siempre son valorables.

Mientras tanto, la investigación a cerca de la migraña y alimentación sigue aportando nuevos descubrimientos, porque parece que la propia enfermedad nos determina no solo el estilo de vida, sino también nuestras preferencias y patrones dietéticos.

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