El mindfulness es una práctica derivada de la meditación que se está extendiendo con rapidez con muy buenos resultados en problemas como la ansiedad.
Desde que se propuso su uso para tratar este trastorno tan común en nuestra sociedad miles de personas se han beneficiado de sus resultados. De todos modos la investigación seria ha tropezado con muchos obstáculos a la hora de demostrar su eficacia y su eficiencia de cara a su uso normalizado en personas que padecen este problema. Un estudio muy cuidadoso y con enorme rigor metodológico se ha encargado de contribuir a cambiar esta situación.
Al parecer, el mencionado estudio ha podido encontrar evidencia de que la atención plena puede combatir de modo eficaz la ansiedad. La forma de controlar estos efectos ha sido a través de la observación de las hormonas del estrés y la inflamación en situaciones experimentalmente estresantes.
El estudio organizó un grupo de personas que previamente asistieron a una formación sobre el manejo de la atención plena. El curso duró ocho semanas y en él se les introdujo en las técnicas más clásicas de mindfulness.
Este grupo se comparó con otro al que se informó de la forma de controlar el estrés sin meditación mindfulness. El contenido de la información incluía pautas relacionadas con la forma de alimentarse, con hábitos saludables de sueño y otros asuntos referentes a su bienestar.
Los dos grupos se distribuyeron sin informar a los pacientes de cuál era el interés de los investigadores. Al finalizar el estudio los resultados fueron claramente favorables con quienes habían sido instruidos a aplicar la práctica mindfulness para la ansiedad.
Los investigadores señalan que el mindfulness es barato y no tiene efectos secundarios, además de estar cada vez más valorado en nuestra sociedad, por lo que recomiendan su uso en los tratamientos para la ansiedad.
Los integrantes de los dos grupos, además, fueron sometidos a una prueba previa y posterior de estrés social. La prueba consistía en pronunciar un discurso ante una audiencia al mismo tiempo que recibían instrucciones estresantes.
El resultado fue que el grupo que no había recibido entrenamiento en mindfulness para la ansiedad se enfrentó a la prueba posterior al entrenamiento con mucha mejor eficacia que los integrantes del estudio que no recibieron entrenamiento en mindfulness. Los resultados comparados ofrecieron una diferencia muy significativa en favor el grupo mindfulness para la ansiedad.
El reto ahora está en ampliar estos resultados en otro tipo de trastornos psicológicos. Una revisión muy interesante hace constar la valía del mindfulness en los tratamientos contra la enfermedad mental severa y persistente. De momento hay abundante evidencia en el sentido de que la meditación es favorable a estos resultados positivos. Quizá la razón de todo ello estribe en el efecto control que ofrece la meditación. La sensación de control es incompatible con la sensación de estrés y ansiedad y, por supuesto, una sesión de mindfulness bien lograda incrementa muchísimo esa sensación de control.
La investigación debe seguir avanzando en la comparación de empleo del mindfulness para la ansiedad con otras técnicas sobrevaloradas hoy en día, como por ejemplo la medicación.