Parece mentira que aún hoy en día tengamos que buscar explicaciones a un fenómeno tan universal y cotidiano como es el hecho de soñar. Todo el mundo sueña en ciertas fases de la noche. Siempre soñamos, otra cosa es que seamos capaces de recordarlo, pero los sueños siempre nos acompañan cada vez que alcanzamos la fase de sueño más profundo.
A pesar de la transcendencia del fenómeno, hoy en día todavía no tenemos respuestas claras sobre la función y los mecanismos del sueño. Incluso se han apuntado teorías que hablan de la importancia de los sueños en las capacidades cognitivas como la memora o los trastornos psiquiátricos. En este post resumimos lo que se sabe hasta el día de hoy y con qué información cuenta la ciencia.
Ante todo, hay que tener en cuenta que estudiar los sueños es algo bastante complicado, principalmente debido a su subjetividad. No podemos medir, contar, grabar o provocar sueños de ningún modo, por lo que el método científico se enfrenta a un fenómeno bastante escurridizo y complicado.

Las teorías a cerca de por qué soñamos
La explicación psicoanalítica
En cierto modo, los sueños fueron una de las fuentes de inspiración para que Sigmund Freud propusiera su controvertida teoría del psicoanálisis. Para Freud, lo importante no es lo que el soñador percibe en sus sueños, sino lo que los origina en el material subconsciente de su estructura psíquica. Los deseos primarios subconscientes sufren, según este autor, unos procesos que censuran o disfrazan los pensamientos hasta transformarlos en lo que vivimos cuando soñamos.
La obra de Freud a cerca de la interpretación de los sueños es uno de sus escritos más importantes, y probablemente uno de los más mal interpretados. De hecho, ha dado origen a una secuela de “interpretadores de sueños” que a modo de sabios privilegiados se arrogan la capacidad de “traducir” lo que las personas han soñado. La realidad demuestra que hay tantas interpretaciones de los sueños como interpretadores encontremos.
La explicación psicoanalítica de los sueños, con todo lo compleja que es, al final nos lleva a la idea de que son producto del subconsciente. El caso es que si según los psicoanalistas la conducta cotidiana está también motivada o matizada por nuestro subconsciente, entonces resulta una explicación un tanto vacía, al tiempo que imposible de demostrar.
La teoría de la activación-entrada-modulación
Debemos al grupo de Hobson el estudio de esta teoría basada en la neurociencia. Simplificando mucho, lo que esta teoría propone es que los sueños se pueden entender comprendiendo su mecanismo de funcionamiento. Para ello es preciso entender en qué partes del cerebro se originan, comenzando por el tronco cerebral, así como sus interacciones neuroquímicas que participan en la fase de ensoñación (la famosa fase REM).
La teoría dice que en el tronco del cerebro se produce una estimulación directa y, lo más importante, aleatoria, de la zona del cerebro que conocemos como prosencéfalo, lugar en el que entre otras cosas se centraliza la coordinación de los movimientos de ojos. Esto explica por qué movemos los ojos rápidamente cuando soñamos. En esta fase, el prosencéfalo recuperaría momentos guardados en la memora del día y, sobre este material, elaboraría imágenes aleatorias. Serían las áreas del cerebro anterior las que intentarían dar sentido y coherencia al material que se está procesando a partir de esta estimulación aleatoria.
En esto, de un modo muy simplificado consistiría el mecanismo de la teoría. El hecho es que el mecanismo puede, de un modo u otro explicar el cómo, pero no explica el para qué del fenómeno.
La teoría de la consolidación de la memoria
La neurociencia ha intentado dar respuesta a esta cuestión del para qué proponiendo que básicamente el sueño es una fase esencial para consolidar los aprendizajes. Digamos que es el momento de ordenar el archivo de la memoria.
Esta teoría del papel de la memoria en el sueño, que tiene una fundamentación neurofisiológica algo compleja, tiene mucha aceptación, pero no explica por qué los fenómenos emocionales están tan presentes en los sueños. Hay una teoría basada en los trabajos de Hughes que supone que cuanto más impactante es una vivencia más resistente es la memoria que se asocia a esa vivencia. En este caso el factor emocional cumple un papel importante adaptativo para la supervivencia, en tanto que nos obliga a almacenar de forma preferente los eventos que nos han supuesto una amenaza. Ello no explica por qué generamos emociones aleatorias, preferentemente negativas en los sueños que recordamos. Esas emociones no pueden suponer una base excitatoria necesaria para que se consoliden las memorias ordinarias del día a día. Nuestra naturaleza no es tan cruel.
La teoría neurocognitiva del sueño
En línea con los neurocientíficos anteriores, Domhoff ha desarrollado una teoría en la que el cerebro tiende a la ensoñación siempre que se desconecta de la realidad, por ejemplo, en el sueño nocturno. Este sería según esta teoría su estado natural sin estímulos del exterior. De hecho, divagar y fantasear tiene mucha relación con soñar. Es lo que entendemos con el concepto cotidiano de soñar despierto.
Según estos autores, soñar podría no tener ninguna función, porque los sueños serían un producto de la evolución de nuestro cerebro consecuencia de su sistema neuronal.
Es difícil entender que la naturaleza cree fenómenos sin función alguna. Quizá la teoría es poco ambiciosa y se queda un poco coja.
La teoría de la simulación de amenazas
Esta teoría la proviene de un psicólogo finlandés: Antti Revonsuo. Su idea en esencia es que soñamos como forma de prepararnos para resolver situaciones amenazantes a las que previsiblemente nos podemos enfrentar en nuestra vida despierta. Los sueños, vistos de este modo, serían una forma de simulación o entrenamiento para combatir amenazas en sentido general. El origen de este logro evolutivo se remontaría a nuestra fase de cazadores recolectores, momento evolutivo en el que la simulación de eventos traumatizantes era una ventaja más de cara a la supervivencia.
Es una teoría muy genérica que tiene poco recorrido, pero que a día de hoy se cita bastante entre los estudiosos del fenómeno de los sueños.
Conclusiones a cerca de por qué soñamos
A día de hoy algo tan básico como son los sueños no tienen una explicación definitiva. Hay varios modelos y formas de explicarlos, pero, aunque sus mecanismos neurológicos están más o menos bien establecidos, no sabemos a ciencia cierta cuál es su función. Sí sabemos que los sueños, no tienen un significado ni, por supuesto, ninguna interpretación válida definitiva. No existe el “diccionario de sueños”. La mente humana no es tan simplona y predecible.
También sabemos que lo que recordamos de los sueños es una mera recreación racional que hace el cerebro consciente cuando despertamos. Del mismo modo, cuanto más los recordamos y más los reelaboramos desde la racionalidad, más sentido les damos para hacerlos coherentes, con lo que en lugar de recordarlos los recreamos y los reconstruimos. No podemos, por tanto, estudiarlos como una cosa en sí, sino como un proceso cognitivo que se crea y se recrea cada vez que lo elaboramos conscientemente.
En vista del estado de la cuestión, nos gustaría que la ciencia nos ofreciese respuestas a nuestras preguntas, pero dada la situación nos tendremos que quedar con Calderón de la Barca en tanto que los sueños… sueños son.