La terapia de la reminiscencia es una intervención que se utiliza para el tratamiento de personas con trastornos neurocognitivos tales como las demencias.
Esta terapia recurre al pasado para llevar a cabo una estimulación cognitiva que mantenga o frene el deterioro de las capacidades mentales.
La forma de hacerlo es con el uso de material extraído del pasado real del paciente. Para ello se emplean fotografías, música, objetos personales o todo aquello que es capaz de hacer revivir experiencias y eventos pasados.
El tratamiento de la terapia de la reminiscencia es siempre individualizado porque para cada persona se emplean materiales diferentes siempre extraídos de su pasado particular remoto o reciente. El foco del trabajo siempre está en generar vivencias que ayuden a recuperar la identidad personal y en fomentar la comunicación y la exteriorización de emociones positivas.
El trabajo con las emociones es esencial en este tipo de terapias, por lo que las personas que las desarrollan deben implicarse de un modo especialmente empático y desde una alianza terapéutica deliberadamente bien establecida.
Diversos estudios han puesto de manifiesto su utilidad para frenar el deterioro cognitivo, así como su uso coadyuvante en el tratamiento de trastornos depresivos, de conflictos interpersonales o de problemas de autoaceptación.
Es una terapia que se ha empleado mucho en la enfermedad de Alzheimer para conservar el funcionamiento cognitivo y para mejorar los rasgos depresivos, así como la calidad de vida en general. También se emplea en personas que presentan demencia vascular, degeneración frontotemporal o enfermedad de Parkinson.
La terapia de reminiscencia no es una opción para modificar las causas fisiopatológicas que motivan el deterioro cognitivo. La finalidad de estas terapias está en recuperar las mayores cotas de calidad de vida incidiendo directamente en los síntomas de la enfermedad. De este modo también se consigue de forma secundaria aliviar algo la carga de sus cuidadores.
Es un hecho probado que funciona mejor en personas de sexo femenino, con marcado deterioro en el funcionamiento cognitivo, así como con una sintomatología depresiva poco acentuada.
El Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica la recomienda para personas con trastornos neurocognitivos de cara a enriquecer su entorno, mejorar su funcionamiento social y cognitivo. También la recomienda como medio para mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
Estudios recientes demuestran que intervenciones en este sentido mejoran las tasas de respuesta en variables como memoria y cognición, de forma comparable al obtenido con otros tratamientos tanto farmacológicos como no farmacológicos.
Las personas que parten inicialmente de una buena calidad de vida se benefician más de estas intervenciones, pero pese a ello, la terapia de reminiscencia se ha mostrado útil en todos los niveles de trastorno neurocognitivo, así como de educación y de deterioro.
Las ventajas de esta terapia vienen de su ausencia de efectos secundarios, de su facilidad de implementación en un contexto domiciliario o institucionalizado, así como de su economía en relación a otras iniciativas tanto farmacológicas somo no farmacológicas.
En definitiva, es una medida terapéutica probadamente útil para trabajar la pérdida de capacidades cognitivas, pero que se debe desarrollar por parte de personal experimentado en el trabajo con estas personas, y desde la empatía y la implicación en el bienestar de quienes presentan estos trastornos tan habituales en nuestras sociedades occidentales envejecidas.