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Reconsolidación de la memoria y terapia de coherencia

Lla reconsolidación de la memoria

El modelo de psicoterapia de reconsolidación de la memoria de Ecker y Hulley, se viene empleando desde hace décadas, aunque en nuestro entorno no está muy extendido. En síntesis, la reconsolidación de la memoria basada en la terapia de coherencia, propone una forma ambiciosa de solucionar problemas psicológicos bajo el supuesto clave de que todo síntoma es producto de un constructo o aprendizaje implícito de base con el que es coherente. Es decir, que los modelos de pensamiento y sentimiento nocivos son coherentes con los aprendizajes implícitos que todos tenemos grabados en nuestra memoria y que los mantienen, de forma que los conceptos de irracionalidad o de distorsión cognitiva no tienen sentido desde el punto de vista de quien los sufre, y sólo lo tienen desde el punto de vista de los otros.

Decimos que es un modelo ambicioso porque pretende resolver los problemas, nada menos, que con el borrado de esos aprendizajes implícitos nocivos que mantienen los síntomas problemáticos. Para justificar su teoría sus autores recurren a los últimos avances en neurociencia que concretan en una teoría que llaman de reconsolidación de la memoria.

Ecker y Hulley anteponen su modelo a terapias como la cognitivo conductual que contrarrestan los síntomas con aprendizajes nuevos o con técnicas de choque que pretenden demostrar la irracionalidad del sistema de pensamiento. La terapia de coherencia no es contrarrestante y su objetivo es directamente borrar y reescribir las memorias desadaptativas sin combatir nada ni demostrar la irracionalidad de ninguna idea, conducta o pensamiento. De hecho, desde su punto de vista, toda conducta o sentimiento es racional y coherente con el sistema del que surge, y su ataque no sirve para cambiarla. Incluso los terapeutas que la practican reciben entrenamiento para que no estropeen el proceso de reconsolidación con intervenciones contrarrestantes o con consejos o indicaciones de cambio.

Reconsolidación de la memoria

¿Qué es, pues, la reconsolidación de la memoria?

Lo que sus autores entienden por reconsolidación de la memoria es un tipo de neuroplasticidad capaz de borrar memorias indeseadas. Parten del supuesto que si somos capaces de borrar las memorias nocivas que nos llevan a pensar como pensamos, entonces eliminaremos el sufrimiento que producen.

Suponen los autores que existen aprendizajes implícitos que no están en la conciencia y que generan pensamientos, emociones y comportamientos de los que son consecuencia. Estos aprendizajes tienen la particularidad de que son permanentes y muy resistentes al cambio o revisión. Fijan su ubicación anatómica en áreas sobcorticales y de zonas del hemisferio cerebral derecho, pero sin precisar demasiado. El objetivo es eliminar esas memorias o transformarlas para que dejen de producir el síntoma.

¿Cómo funciona la terapia de coherencia?

Hasta ahora se han propuesto una infinidad de métodos contrarrestantes de trabajo para combatir estos aprendizajes, tales como las terapias cognitivo conductuales, que al igual que la relajación contrarresta la ansiedad, suponen una intervención reparadora que resuelve los problemas de una forma externa supuestamente racional. Por el contrario, la reconsolidación de la memoria no contrarresta nada, sino que directamente se supone que transforma la memoria “abriendo las sinapsis”, en palabras de sus autores, para reescribirla de una forma más adaptativa.

Según el modelo, para que se produzca la desconsolidación de la memoria, mientras los recuerdos están activados, se debe forzar una situación experiencial en la que la persona tratada se enfrente a percepciones nuevas que no se ajusten a lo que la memoria reactivada predice acerca de cómo funciona el mundo. Creamos así una discordancia que se desencadena por el incumpliento de las expectativas basadas en aprendizajes implícitos anteriores. Esa es la esencia del proceso.

El objetivo final es el borrado de las memorias en un proceso que dista mucho de un análisis psicoanalítico o de un proceso de extinción. Al contrario, la secuencia de tratamiento está muy protocolizada y se basa en tres claros pasos:

. Reactivación o redesencadenado de la memoria con incitaciones diversas.
. Discordancia, o creación de experiencias que diverjan del modelo de la memoria destinataria, así como de las expectativas sobre cómo funciona el mundo.
. Borrado durante una ventana, que los autores se atreven a cronometrar en cinco horas antes de que las sinapsis se vuelvan menos susceptibles a formar circuitos nuevos, en la que se crea una experiencia de aprendizajes nuevos incompatibles con la memoria objetivo.

El borrado de un aprendizaje emocional supone la disolución de determinados constructos usados por el cerebro límbico, y solo se produce cuando estos constructos son desconfirmados por una nueva experiencia que cambia la percepción del mundo. La terapia debe propiciar esa nueva experiencia.

Afirman los autores que la reconsolidación de la memoria y la terapia de la coherencia en sí no pertenecen a ninguna teoría y basan su modelo en la ciencia puramente neurológica. Así mismo, parten de la idea mucho más ambiciosa de que los principios de su modelo teórico están en la base de los principios comunes de todas las terapias, al mismo tiempo que afirman que las distintas teorías psicológicas aplican sus principios sin ser conscientes de ello.

¿Es la terapia de la coherencia lo que dice ser?

Es difícil no acercarse a este tipo de planteamientos tan totalitarios sin una pizca de espíritu crítico, y más cuando es tan evidente que los argumentos cojean desde el principio.

. Afirman sus autores que el modelo es ateórico, que se basa en los descubrimientos de la neurociencia, pero obviando el hecho de que hasta la neurociencia es teórica, existen una serie de pasos en los que la teoría está más que presente. Por ejemplo, la fase inicial de detección de los constructos problema, muchas veces supone en realidad una fase de psicoanálisis salvaje exprés en el que en una sola sesión inicial en la que no se conoce previamente al paciente, se llega a descubrir el origen de toda la patología actual, basada en patrones nocivos de apego, o de abusos en la infancia, o se llega a relacionar un problema puntual de miedo escénico con malos tratos infantiles (¡!), por poner algunos ejemplos. Al leer estas cosas uno no puede dejar de acordarse del gran maestro constructivista George Kelly cuando afirmaba que cuando él actuaba como psicoanalista, en realidad fabricaba insights que sus pacientes aceptaban sin más y con los que dirigía la terapia para acelerar su conclusión. Veo a los terapeutas de la coherencia como grandes fabricantes de insights, lo cual no tiene necesariamente que ser malo.
La terapia de coherencia es teóricamente constructivista con algunos rasgos psicoanalíticos de base.

. Dicen sus creadores que su modelo contiene la esencia del elemento común de todas las terapias, lo cual no es nada nuevo: todos los autores han descubierto que su modelo teórico contiene el elemento común de todas las terapias, y que si otro modelo teórico tiene éxito es porque emplea la esencia de su método sin saberlo. Esto es tan común como común es pensar que el ombligo de uno es el centro teórico del universo de todos, por lo tanto, no es algo reprochable, pero sí a tener en cuenta.

. La parte más valiosa y útil de este sistema de terapia reside, desde mi punto de vista, en la forma humilde, esta vez sí, en que entiende que nadie está en posesión de la racionalidad, y que no existen las distorsiones cognitivas, ni las ideas irracionales, porque en su contexto y desde su lógica, toda actividad mental es perfectamente coherente y racional con la base que la sustenta. Determinados esquemas producen determinadas sensaciones, sentimientos, conductas, pensamientos, etc. Por lo tanto, toda conducta es coherente con sus raíces, y son estas las que cambian cuando cambia el comportamiento. Si esto se consigue hacer de una forma rápida y eficaz con este modelo teórico, entonces hemos dado con una buena herramienta. Si se consigue con un viacrucis tipo psicoanálisis, ineficiente hasta la médula en todo tipo de costes, entonces no tenemos nada.

. Los autores se basan en la investigación neurocientífica, y eso está bien, pero es evidente que falta un poco de rigor en sus planteamientos. Me refiero al empleo de expresiones como las “ventanas de cinco horas”, la ubicación “subcortical o derecha” indefinida de las memorias implícitas, los procesos que “abren las sinapsis”. Ese lenguaje puede impresionar a los legos, pero a los neurocientíficos igual les arregla una tarde.

En definitiva. Estamos ante un modelo teórico constructivista útil, algo inmaduro, que puede dar buenos resultados (de hecho a mí me los está dando), pero que necesita de mayor rigor teórico y de un trabajo de refinamiento para destacar lo realmente válido del método, que es sin duda muy válido para lograr resultados fiables a corto plazo.

Crédito de la imagen: David Gabriel Fischer • Fotografía Zen 
Crédito de la imagen: driscollm459 vía Compfight < / a> cc

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